Cambio de gobierno en Perú
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a toma de posesión de Pedro Castillo ayer fue abundante en simbolismos para los peruanos. En el día en que la nación conmemoraba sus 200 años de vida independiente, asumía como Presidente de la República una persona de extracción humilde, sin historia de vida política ni vinculación con las tradicionales elites del poder que -a veces directa, otras indirectamente- han históricamente llevado las riendas del Gobierno. Como lo ha descrito más de un analista: un outsider.
Sin embargo, esos mismos simbolismos que pueden ser vistos como promesa de renovación y nuevo comienzo para un país que lleva varios años sumido en una crisis política, también pueden interpretarse como el riesgo de una apuesta a ciegas y un salto al vacío. Lo cierto es que, pese a lo sui generis de su liderazgo, son innegables las reminiscencias con otras figuras de raíz popular y anti elitista de la región que hoy son referentes de mal gobierno (y de autoritarismo), y cuyo legado político fue reivindicado por los aliados de Castillo en su campaña.
El giro que ésta dio hacia el centro moderado durante el balotaje pareció confirmado en el discurso de Castillo al asumir el mando, no sólo por su tono conciliador, sino por su expresa renuncia a las medidas económicas más extremas que anticipaban sus detractores, como la expropiación de empresas y el control de cambios. Aun así, otros anuncios -como el referendo hacia una Asamblea Constituyente o la ampliación a nivel nacional del sistema de rondas de vigilancia contra el delito- parecen ir en otra línea.
Qué tanta autonomía tenga el gobernante respecto de su base política en el Congreso —donde importantes referentes son de abiertas simpatías castro-chavistas— será una gran interrogante de los primeros meses de gestión.
Los peruanos han elegido a Castillo porque consideran que su país necesita importantes reformas en muchos ámbitos. El desafío de Perú -también aplicable a Chile, por cierto- es entender que el futuro se construye desde la experiencia acumulada y el camino recorrido, no en contra de ellos.